Doce años de espera y la puerta de salida nos deja perplejos, algunos recuerdos varios nos llevamos y como algunos dicen nadie se baña dos veces en el mismo río. Las ramas del limonero golpean mi ventana en señal de precaución como las puertas se cierran para obligarme a mirar de frente aquellos ojos que me trajeron al mundo, para algunos puede ser solo un paso…para la naturaleza es la pérdida de la flor, de la pasión cortada sin misericordia. Nadie llora como ella ni pasa tan desapercibida porque somos los seres de la razón, quienes avanzan sin importar impacto y hoy una vez más las pupilas se iluminan para fotografiar por siempre ese momento donde una hoja y cientos de aplausos apuntan hacia una dirección, quedando nuestra vida plasmada en ocho letras sin importar nada más porque todo lo que somos esta ahí producto de una impresora junto con la tinta china forzada por un pulso desteñido.
No recordemos. amigos, vivamos de placer estos últimos días para seguir siendo llamados curso y no generación como todos los demás ya que nuestro legado no son los números, tampoco son las letras ni un vaso precipitado, nuestro legado viene escrito con tinta roja de pasión, agradecimiento y opinión.
Desde una caverna a poder mirar con detención y analizar cada punto de la vida, gracias a esos hombres y mujeres, amigos y amigas que hicieron de este tiempo un sendero de alegría que con palabras es difícil explicar, que de manera defectuosa este libro intenta resumir porque somos amigos de curso…compañeros para la vida.
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